Hoy hablaremos de un lugar de Múnic que no me gusta mucho, quiero decir, estéticamente, aunque para gustos, etcétera. La encontramos en el límite de la Ciudad Vieja (Altstadt) con la zona universitaria, concretamente en la plaza del Odeón (Odeonsplatz), muy transitada. La plaza está abierta a la Ludwigstrasse hacia el norte, si miramos de frente tendremos a la derecha una parte del inmenso palacio real bávaro, la Residenz, y a la izquierda la hermosa Iglesia de los Teatinos. Girémonos en dirección al centro de la ciudad, volviendo la espalda a la Ludwigstrasse. Ahí está. La Feldherrnhalle o Logia de los Mariscales.

Es una especie de pórtico de tres arcos con las estatuas de dos mariscales de campo bávaros, dos leones y otra estatua central, alegoría de Baviera. Es una imitación de la famosa Loggia dei Lanzi de Florencia y fue erigida por el rey bávaro Luís I en la época dorada de la arquitectura muniquesa, en 1844, cuando Baviera era un reino independiente y Múnich su próspera capital. El monarca intentó “cerrar” así la poco armoniosa Odeonsplatz, y quizás la dejó peor que antes. Luís I construyó buena parte de lo que es hoy el Múnich monumental y también cosas bastante locas como el Walhalla de cerca de Regensburg, del que hablé hace mucho, o la Sala de la Liberación de Kelheim. Pero nada comparado a las extravaganzas de su nieto Luís II “el Rey Loco”, el perpetrador del castillo de Neuschwanstein y otras insensateces, pero no nos desviemos de la historia.

La historia que quería contar parte de dos turistas, a mi parecer de la India o de Oriente Medio, que me pidieron en inglés que les sacara una foto delante del monumento en cuestión, allí en la Odeonsplatz. Cuando les devolví a la cámara uno me preguntó, sonriendo y en tono confidencial, si aquella cosa la había hecho Hitler. Yo les contesté que no, que era más antigua, y callé la verdad: si la hubiese hecho Hitler hoy no iban a quedar de ella ni los cimientos.
Pero pensándolo bien y averiguando un poco, la pregunta del turista oriental no carecía de todo de sentido: este fue un lugar emblemático del nazismo. Tampoco el título de este artículo: si andáis por Múnic no tendréis ningún motivo para evitar este lugar y dar un rodeo, pero en aquellos tristes años sí que lo había.
Resumiendo la historia, Adolf Hitler comenzó su carrera política (por llamarle de alguna manera) en Múnich. El 9 de Noviembre de 1923 se levantó en su famoso “Putsch” o el “Golpe de estado de la Cervecería”, ya que fue en la famosa cervecería Bürgerbräukeller donde soflamó a sus fieles y se levantó contra la República de Weimar. No había llegado su hora y la revuelta fracasó a los pies de los leones de la Feldherrnhalle. La policía detuvo la marcha de los fascistas en la Odeonsplatz, muriendo trece de ellos y cuatro agentes. El golpe fue abortado y Hitler, detenido. Fue juzgado con una condena benévola, y toda esta historia no hizo más que incrementar su popularidad y la de su movimiento, unido a la crisis y declive de la República.

Así que los muniqueses que no querían tener que escoger entre el saludo nazi o visitar Dachau, comenzaron a evitar la Feldherrnhalle y la plaza de Odeón, dando un rodeo por una calle trasera, estrecha y discreta, la Viscardigasse. Esta callejuela fue conocida popularmente como la Drückebergergasse, término de difícil traducción: calle de la deserción (del nazismo, se entiende), del escabullirse, del rodeo, del “escaqueo”. Ignoro si los nazis eran tan idiotas para no enterarse de que el tráfico entero peatonal de la gran plaza del Odeón se estaba desplazando a una pequeña calleja, o acaso no quisieron enterarse.
